¿Qué es un cliente divergente? Su Influencia en márketing veterinario.

Parece que asistimos a un momento histórico.

La inflación está prendiendo en la economía. Cada día nos cuesta más la vida.

En el último año, papá Estado ha endurecido las condiciones monetarias con 10 subidas de tipos sin precedentes.

Vivimos un movimiento inédito con el crédito encareciéndose a toda velocidad.

Sin embargo, el tiempo pasa, y nuestros clientes parecen más preocupados por disfrutar del futuro, que de sus bolsillos.

Los oxpertos en economía flipan con esta nueva situación.

Verás.

La nueva fiebre de las clínicas veterinarias: "You only live once".

Según las estadísticas, el entorno económico parece favorecer el consumo de servicios veterinarios.

Sin embargo...

¿Es oro todo lo que reluce?

Todavía recuerdo la crisis del 2008, cuando la caída del consumo fue provocada por el "ahorro precautorio"

Cuando los individuos sentimos incertidumbre sobre los ingresos futuros, reducimos aquellos gastos que no son de primera necesidad.

Buscamos un colchón que pueda sostener el consumo en caso de necesidad.

Antes ahorrábamos para cubrir gastos imprevistos, sin embargo, parece que algo está cambiando.

Si lo piensas bien, la pandemia supuso un shock la humanidad.

Después de todo, vivir un cisne negro puede cambiar a cualquiera.

Los confinamientos provocaron que los españoles redujeran su consumo, lo que se tradujo en un ahorro involuntario que superó los 80.000 millones de euros, según estimaciones de BBVA Research.

Fue la época dorada de las clínicas veterinarias: El consumidor solo podía salir de casa par ir al veterinario.

Pero en cuanto se relajaron las restricciones, la peña salió en tromba a viajar y desmadrarse.

... Y los veterinarios tuvimos que volver a la dura realidad: competir con el turismo y la hostelería para que nuestros clientes siguieran rascando la tarjeta.

Con todo, (al menos de momento), parece que los clientes siguen gastando.

¿En que gastan los consumidores el dinero?

El instinto "consumo-recompensa"

Cuando, tras el confinamiento, la actividad comenzaba a normalizarse, empezaron los cortes en las cadenas de producción internacionales y, por si fuera poco, vino la guerra de Ucrania a terminar de joderlo todo.

Una nueva situación geopolítica internacional que no ha llevado a la crisis de precios actual.

Pero... ¿Que ha pasado realmente?

Que nos dijeron tantas veces que nos preparásemos para lo peor, que hemos cambiado nuestros patrones de consumo.

Si ha de llegar el fin del mundo, mejor gastar ahora lo poco que tengamos.

Vivimos un cambio de paradigma: Los consumidores han dejado de ser precavidos y demandan recompensas.

Menos vacunas. Más móviles y cerveza.

Según la encuesta de Presupuestos Familiares del INE, la compra de un móvil, un ordenador o el pago por una plataforma de streaming han pasado de ser un gasto prescindible antes de la pandemia a un bien básico en 2023.

La hostelería también está subiendo, socializamos más desde que vivimos la pandemia.

En lugar de gastar en otro tipo de bienes, los consumidores están optando por invertir en experiencias y comodidades.

Estamos aumentando el gasto fuera del hogar, cuando antes del 2020 lo hubiéramos reducido para ahorrar.

¿Cómo acabará esto?

No tengo ni pajolera idea.

La gran pregunta es hasta qué punto estamos ante un cambio generacional, o simplemente los últimos coletazos de la pandemia.

Los economistas están flipando con este tema, imagínate yo.

Lo único que observo es mi clínica cada vez menos llena, mientras que terrazas y hoteles lo siguen petando.

Parece como si la humanidad hubiera dejado de tener miedo a las tormentas.

¿Tú qué opinas?

Josele Guerrero.

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